O__O ...Regreso a la forja y Cuento... rápido?

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Y me encuentro con que el Blogger ha cambiado sobremanera, después de dejar de visitarlo por mucho, mucho tiempo. Una era geolúgica ha tenido lugar en mi habitación y en mi mismo y muchas cosas han mejorado. =D


Tengo ganas de escribir un cuento corto, pero más bien será un cuento con anemia, porque tengo mucha tarea [tal como la vez pasada].


Y ahí les va!!!

- ¡Zuhue! ¡Zuhue!
- Dime, padre.
- Sube al árbol Zuhue, tenemos que terminar de colocar el techo antes de que oscurezca.
- Si, padre.

Mi nombre es Zuhue de la tribu Ahn. que ha vivido por eras en la isla de Kas Vuh, al sur del Gran Abismo del mar, en donde habita la bestia. En la aldea tenemos la tradición de vivir sobe los altos árboles, a diferencia de la gente de las otras islas, que no le teme al mar. Cada siete lunas tenemos un ritual en el árbol Kae, que es el centro de reunión de la aldea. Esa noche deberían partir los pescadores y traer el regalo del Señor del Escudo de Plata, pero eso dejó de practicarse hace muchas lunas.

Mi padre es especialmente susceptible a eso, al menos desde lo que le sucedió, y desde entonces no volvió a navegar jamás. El partió hace años junto con su hermano, el tío Hulu la noche de la luna de pesca, por delante de los otros pescadores de la tribu, para ganar el favor de Arramar, el Señor del Escudo de Plata, que los vigilaba desde el cielo. Las viejas del pueblo cuentan que en esa noche el mar estaba embravecido, porque la lanza de Arramar había llegado a lo profundo del abismo, y había pinchado a la bestia que come volcanes, lo habían visto al tirar los huesos de mono, lo había visto todo el mundo, pero los Ahnar somos gente brava, gente que nació de la lava y las olas, y mi padre y tío eran los más valientes. Pero la bestia invocó nubes terribles, y Arramar no pudo bendecir a los pescadores con su mirada. Comenzó a llover, y pronto el mar se enfureció. Todos volteábamos hacia el mar desde el árbol Kae, en donde está la gran fogata que guía a los navegantes a casa. Pero la lluvia era tan densa que apenas se podía ver el mar.
De pronto comenzó a caer ceniza fría del cielo, ceniza que quemaba con frío, y luego cayó dura como la piedra. La fogata se extinguió pese a nuestros esfuerzos, y la tierra se cimbró. Todos gritamos, e incluso la mujer de Uvél el Gordo cayó del árbol junto con su bebé de brazos, Nadie pudo hacer nada.

Las viejas gritaban, los niños berreaban y las madres oraban por sus esposos. Solo una persona mantuvo la calma. La vieja Abuela del pueblo, Amti, mi tía abuela, que acunaba a un niño en su regazo. Pasé a su lado gritando pero antes de poder alejarme un poco, me cogió de la mano con una fuerza impropia de una anciana, volteé a verla en el acto,. sus ojos eran pálidos como la carne del coco, y sus razgos estaban contorsionados de una manera aterradora, y con voz gutural, como salida de un volcán, me dijo:
- El volcán de la isla tiene miedo, la Bestia viene por él.
Quería voltear a ver el volcán, pero no pude apartar la mirada de la vieja, y ella continuó:
- Antes de que salga el sol, la tribu será pasto para los peces.
Entonces, instintivamente volteé a ver al volcán. Nada pudo haberme preparado para ver lo que vi. Ni siquiera lo que vino después. Es una visión que después de los años aún ruego al Señor del Escudo de Plata poder olvidar. Cuando volteé a ver el volcán, una lluvia de rayos iluminó momentáneamente el firmamento... Y entonces, vi a la bestia acercarse al volcán con sus inmensos brazos de pulpo. La vi y sentí su ojo sobre mi, la vi posarse sobre el cono del volcan y todos la escuchamos chupar... chupar....
La conmoción hizo que muchas mujeres se desmayaran, y muchas cayeron hacia los abismos. Pero ya no había nada, ya no había otra cosa que ese gigantesco pulpo-demonio con grietas rojas surcando toda su pétrea piel. Ahora era visible aún sin los rayos. Sus ojos eran del color de la lava, y seguía alimentándose, seguía viéndonos. Seguía comiéndose al volcán.
Y entonces, se vio un destello en el mar, u resquicio de luz sobre una barca.
Era la barca de mi padre, que brillaba plateada. El y mi tío remaban, y alguien más venía parado sobre la punta de la barca, alguien con un fulgor plateado y un escudo. Arramar, quién gritó con una voz alta que hizo vibrar el aire y que acalló a las olas.

- Yo soy Arramar, Señor del Escudo de Plata que circunda el firmamento. ¿Quién osa masacrar a los vasallos de mi hermana Azzana, la mujer de los cabellos de fuego?

La bestia viró de súbito, con venas rojas y resplandecientes zurcando su colosal cuerpo, y arremetió contra la barcaza, pero cuando su gran brazo cayó sobre ella, los tres tripulantes saltaron, plateados y con vestiduras de guerra y cayeron sobre las aguas sin hundirse, inmaculados y perfectos, como un hombre el día de su boda, o en el día de su iniciación tribal. Y la bestia golpeó de nuevo, pero tres lanzas de plata le cortaron uno de sus enormes brazos, y la carne cayó como una roca a las aguas, y se puso fría y dura, toda de color azabache y con apenas un resquicio de su fulgor rojizo. La bestia chilló de dolor, y todos en el árbol caímos de rodillas tapándonos los oídos, Entonces Arramar levantó su lanza y corrió por uno de los brazos del come-volcanes, y clavó su lanza en el ojo de la criatura. Pero justo cuando iba a dar el golpe final, la bestia lanzó otra de sus extremidades, pesada como la misma isla en donde vivíamos. Y mi tío Hulu pensó rápido, y corrió hacia el vientre de la bestia, clavándole la lanza que Arramar le había otorgado. Entonces el pelo se le crispó y se le puso blanco, y soltó un grito, como de un hombre que ve el centro del abismo en donde habíta la bestia, que no tiene fondo y que viaja más allá de la oscuridad de las estrellas.
Nadie sabe que sucedió después. Todos aparecimos debajo del árbol, incluso la mujer de Uvél el Gordo y su bebé, sanos y salvos. Papá arrastraba al tío Hulu, pero ninguno quiso decir jamás lo que sucedió. El tío Hulu enloqueció, eso era seguro, y se pasaba el día besando las faldas del volcán, y por las noches de luna iba al estanque Elek a nadar en las aguas que bajaban de las pozas hirvientes del volcán, e incluso la bebía, aunque jamás se quemaba o enfermaba.
Dejaron los dos de salir al mar. Y todo hubiera quedado como un sueño de no ser por el pelo blanco del tío y por el brazo de la bestia, que estaba inerte frente a la isla, pero rebozante de vegetación. Y aunque había plantas en el, ningún animal, y ni siquiera las aves lo visitaban. Nadie dudó que Arramar lo dejó ahí para escondernos de la Bestia, por si alguna vez regresaba, pero desde entonces ya han pasado muchas lunas, y nos dedicamos a cosechar habas y cocoteros, y a pescar aves en los cielos, y a cosechar peces en redes de cáñamo en la laguna fría que se encuentra al sur de la isla,  pero aún después de tanto tiempo volteamos al norte y pedimos con miedo al Señor del Escudo de Plata que nos esconda de la calamidad detrás de la Isla Solitaria.

Fin.

Wow!!! Me inspiré!
Si les ha gustado, comenten. Y si no también, que para eso es :P

Mientras tanto esta forja cierra sus puertas para seguir forjando tareas semestrales de ocho brazos... y para que yo me pueda dar un buen baño refrescante, porque francamente el día me dejó poco más que apestoso. Jajaja XD

Buenas y plateadas lunas forjadas, mis lectores.

PD. Si lo van a postear en otro sitio, Pongan el link de mi blog. Y no se lo pirateen, no sean cabrones... que es para el libro que estoy escribiendo. ;)